ASESINATO EN EL ARRECIFE
Capítulo 1: El Descubrimiento
El sol brillaba intensamente sobre la isla de Fuerteventura, y las aguas cristalinas del Atlántico invitaban a bucear. Daniel, un joven de 25 años que recién había obtenido su certificación Open Water, estaba entusiasmado por su primera inmersión sin instructor. Había decidido unirse a un grupo local para explorar un arrecife conocido por su diversidad de vida marina. El mar, vasto y misterioso, prometía aventuras que solo había soñado hasta entonces.
El grupo de buceo incluía a varios turistas y un experimentado buzo llamado Ricardo, quien lideraba la expedición. Mientras se sumergían, Daniel se maravillaba con la belleza del arrecife, admirando los peces de colores y los corales. Los rayos de sol penetraban el agua, creando un espectáculo de luces y sombras que realzaba la majestuosidad del paisaje submarino. De repente, una sombra en el agua llamó su atención.
Daniel nadó hacia la sombra y encontró algo que lo dejó helado. Flotando entre los corales, estaba el cuerpo sin vida de un buzo. El traje de buceo y el equipo sugerían que era un profesional, pero algo claramente había salido mal. La escena era macabra: los ojos del buzo estaban abiertos, reflejando el horror de sus últimos momentos.
Alarmado, Daniel llamó la atención de Ricardo y del resto del grupo. Todos se acercaron rápidamente, y Ricardo, con su experiencia, tomó el control de la situación. Subieron el cuerpo a la superficie y llamaron a las autoridades locales. La atmósfera en el bote era tensa; el descubrimiento había dejado a todos conmocionados.
El sol brillaba intensamente sobre la isla de Fuerteventura, y las aguas cristalinas del Atlántico invitaban a bucear. Daniel, un joven de 25 años que recién había obtenido su certificación Open Water, estaba entusiasmado por su primera inmersión sin instructor. Había decidido unirse a un grupo local para explorar un arrecife conocido por su diversidad de vida marina. El mar, vasto y misterioso, prometía aventuras que solo había soñado hasta entonces.
El grupo de buceo incluía a varios turistas y un experimentado buzo llamado Ricardo, quien lideraba la expedición. Mientras se sumergían, Daniel se maravillaba con la belleza del arrecife, admirando los peces de colores y los corales. Los rayos de sol penetraban el agua, creando un espectáculo de luces y sombras que realzaba la majestuosidad del paisaje submarino. De repente, una sombra en el agua llamó su atención.
Daniel nadó hacia la sombra y encontró algo que lo dejó helado. Flotando entre los corales, estaba el cuerpo sin vida de un buzo. El traje de buceo y el equipo sugerían que era un profesional, pero algo claramente había salido mal. La escena era macabra: los ojos del buzo estaban abiertos, reflejando el horror de sus últimos momentos.
Alarmado, Daniel llamó la atención de Ricardo y del resto del grupo. Todos se acercaron rápidamente, y Ricardo, con su experiencia, tomó el control de la situación. Subieron el cuerpo a la superficie y llamaron a las autoridades locales. La atmósfera en el bote era tensa; el descubrimiento había dejado a todos conmocionados.